No temas mi amor



No le temas a los diablos, mi amor, que llevo en mi alma.
Ella es grande, tanto como mil castillos,
y tú puede, en ella, vivir en tu jardín con tus manos claras,
y ellos pueden rechinar sus dientes en sus rincones, en países lejanos.
Hoy, mi tesoro, estás en mi alma, muy cómoda,
iluminada por la luz de mi amor puro, divino,
y no debes temer la cara de esos satanes pelados y escuálidos, gruñones…
“Pero son malos” dirás. “Es cierto” te responderé.
“Esa es su naturaleza y la que llena esos lugarejos
que también son míos”.
“Entonces, eres también maldito,
pues ese espacio, dices, es tu alma,
y tú le das hospedaje si echarlos” dirás.
“Sí, tienes razón, soy un maldito,
pero quédate tranquila, ellos no pueden ver tu belleza de frente,
ellos son peores que yo” te diré.


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