odres preñados de un vino dulce como una
llanura desbocada
imperfecto porque también es la muerte
morbosa
al aire continuamente resuenan las campanitas
para el banquete
goloso deleite mientras rabiosas mandíbulas
ríen y muerden
el néctar que se derrama por tripas que se
podrirán
tras cuarenta días en los desiertos pelados
de las tumbas
llegan bailando los monjes de dioniso
con sus rostros colgando como palos flácidos
escupen fuego blanco que baña
a las mujeres viejas revolcadas que tragan
aquél vino
mientras nacen multitudes de sus vientres
secos
gentes con rostros como rocas sin forma
que rebotan en alegrías y destrucciones que
juegan
juegos
desnudos con sus madres y con sus padres
y todos nos abrimos a la introducción del
juego
fanáticos de la carne y del dolor de las
fiestas
la risa que es fuerza de lucha con la
naturaleza
que como un hostil dios se esfuerza en oposición
seria
y al fin el aliado vencedor llega el más
campeón
de mueca interior
el oloroso y dulce vino
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