“!!Hombre y hombres que siguen una dicha,
escuchadnos!!
Sigan sus risas y sus gestos casuales, y su
cauce de fiesta risueña, con sus benditas fauces al viento!!”
piden los gusanos con sus voces podridas,
así ellos, roedores de la pudrición, pueden
ser felices
con sus pequeños orificios llenos de la carne
corrompida
que fue dichosa tan poco tiempo.
“¡¡Carne felichosa!!”
dicen con sus lenguas ávidas
y trabadas con su inmunda comida infame,
otrora feliz.
Ellos también dicen:
“persigan sus pensamientos baldíos y
sinceros,
ustedes jocosos reyes de un día en una
baldosa,
simples y perfectos como baldes de
excrementos,
continúen dichosos hombres
con su dicha dichosa que enternece sus
carnes,
y las macera para nuestros gastados
dientecitos...”
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