Haikus



1
Al leer tu mensaje
Esta noche nos vemos allá
Sonreí mariposas


2
En una película
Dos autos chocaban oscuros
Juntos hasta el fin


3
Los varios besos
Que me diste anteayer
Son agua santa

corazón de perro



mi corazón de perro
corre
mil carreras en un solo camino
acá dentro
a veces se muerde la cola
a veces le duele
si aúlla de hambre
no
te compadezcas
es un malcriado por el dolor
¡qué perro este mi corazón!
¡pedir comida a cada rato!
dale sal
arrojále un pedregullo
si tiene todo
¿qué más quiere?


vino dulce



odres preñados de un vino dulce como una llanura desbocada
imperfecto porque también es la muerte morbosa
al aire continuamente resuenan las campanitas para el banquete
goloso deleite mientras rabiosas mandíbulas ríen y muerden
el néctar que se derrama por tripas que se podrirán
tras cuarenta días en los desiertos pelados de las tumbas
llegan bailando los monjes de dioniso
con sus rostros colgando como palos flácidos
escupen fuego blanco que baña
a las mujeres viejas revolcadas que tragan aquél vino
mientras nacen multitudes de sus vientres secos
gentes con rostros como rocas sin forma
que rebotan en alegrías y destrucciones que juegan
juegos
desnudos con sus madres y con sus padres
y todos nos abrimos a la introducción del juego
fanáticos de la carne y del dolor de las fiestas
la risa que es fuerza de lucha con la naturaleza
que como un hostil dios se esfuerza en oposición seria
y al fin el aliado vencedor llega el más campeón
de mueca interior
el oloroso y dulce vino


Historia del sombrero y la vaca o Los dos amigos que se pelearon primero y se amigaron después



Al llegar esta mañana
a la escuela muy temprano,
me crucé con Mariana
que es amiga de mi hermano.

Ella traía un gran sombrero
dorado con 15 rojas plumas,
dijo “se lo quité al carnicero
se puso loco como un puma”.

Con cara de mala se reía
y acariciaba su sombrero…
Le dije “no seas arpía!,
vos sabés, pobre carnicero,

llora y llora por siglos cual chiquilín,
ya cortar carne no lo alegra,
ni siquiera comer un chinchulín,
sé que el penar lo desintegra”.

Ella me miró con ojos crueles
“A mí eso no me importa.
Él empezó, él sabe, todavía me duele…
Se comió mi vaca verde, no sé, que coma torta

Si quiere estar contento”
Y ahí apareció Fernando,
el carnicero, triste y lento,
en su bici arcoíris pedaleando.

“Mariana, te pido por favor mi tesoro,
es lo más lindo que tengo,
aunque no sea de oro,
de la angustia no me contengo”.

Y al verlo lloroso y arrodillado,
Mariana, la amiga de mi hermano,
le entregó el sombrero dorado
con dulzura en sus manos.

Fernando acarició su sombrero
con suavidad, y como nunca le sonrió
“Gracias, lo necesitaba porque quiero
arreglar algo malo que hice y me dolió.

De ahora en más, cuando me tenga que alimentar,
pensaré que esos seres como yo pueden soñar…
creo que de eso se trata, de no ser criminal,
de comprender que el dolor es el mal,
y lo que daña adrede, y con ánimo de ganancia,
y lo que come hasta que su panza sea una estancia”.

Entonces de sus manos surgió una nube rosa,
y en medio del humo un mugido
verde se escuchó ¡cosa maravillosa!
Era la verde vaca de Mariana, ¡había volvido!

No la había perdido, pero ¡qué alegrón!
Y ahí nomás, todos nos pusimos,
Con el sombrero dorado y la vaca verde,
a cantar una alegre canción,
convencidos de que nada se pierde,
y  una hermosa ronda hicimos,

Mariana y su vaca bailaban
junto al sombrero y a Fernando
todos en la escuela festejaban…
todos estábamos cantando
“¡Vivan los colores, viva la alegría!
Somos todos amigos,
se fueron los enojos desde este día,
ustedes son testigos
 ¡Vivan la alegría y los colores!
cada vez que viven la magia y la amistad,
se apagan los dolores,
y bebemos de la libertad”


transtextualidad



Sueño palabras.
Muchas, muchas, muchísimas o la misma
que se repite, a veces van encadenadas en frases.
O son nombres, o citas, o argumentos, nominaciones
o guiones, nombres, días, marcas o calles, regiones o fechas,
o mi nombre, o el tuyo. Sueño textos enteros,
a veces indescifrables símbolos sin sentido,
o el próximo éxito editorial.
Todo lo demás, el fondo, siempre es transparente u oscuro.
Ahora me despierta el dolor, y en mi carne,
en todo mi cuerpo, con signos sangrantes, tengo escrito
esto que ves, esto que lentamente se vuelve cicatrices



Jaque en tres movimientos



I
Monedas / entre tus piernas
ensucian el perfume de tus humores
/el hambre en mi alma separa/
mi guerra eterna / la feria donde se vende mi piel…


II
No hay ritmicidad, hay degüello
y ferocidad tras las gargantas
de los ojos de vidrio botella de los negros
de mierda
o del compás de lombriz
de las putas, viejas atorrantas.


III
poseervisiónserdeluzelevarsehastaelcielo
ciegodeojos-oscurodeculo-arrastradodealas
mis poéticos huevos rayados por los tigres
y ciertos tenedores que tienen
(He notado que mi risa de eunuco es como la de Mickey Mouse)
soy casi casi una niñita
una niña peluda y gruesa
una linda petisita boxeadora



Variación de la marcha



Los pucheros hedonistas
Todos sumidos fumaremos
Y para siempre faltemois
Un rito de sol a sol
Rico el salmón rico el salmón
Por superman asesino
Que se supo constipar
Con la gran masa de ensueño
Hasta no dar casi más
Jamón Jamón ¡qué caro sos!
Mi celular ¿cuánto valés?
Perdón Perdón ¿qué tenés hoy?
¿No entendés al rumiador?



(sin título)



una pared con todos los números
más uno, el infinito del niño,
el vacío, oscuro y profundo,
no ver nada
o la soledad de
llegar al fin, el orden.

Nadie nos mira en el caos
de nuestra carrera sin meta ni largada,
ni carrera, ni nosotros, ni nadie, ni caos...


Nosotros



Mundos enteros entre nosotros se interponen
y como filos de hachas, nuestras debilidades
sacan punta a nuestras miserias más rotas.
Cuando los brazos son escasos hasta para nuestro dolor,
llegan tarde las noticias de nuestras soledades.
Cuando nos enteramos que somos plantas casi secas
ya hemos enfermado hacia los desiertos.

Sin sueño, las noches pasan como goteras,
sin bruma, los días escapan de a decenas.

Y la velocidad de la carne es nula e infame,
para el caluroso espanto y para la soledad, cuando no estás,
y cuando acorralado siento púas desde los cielos.

Sin tu voz, sin tus ojos negros, están mis versos

Invaden seres no soñados, sin valor ni rencor,
todos los rincones, feos y fofos como la goma derretida:
son aburrimiento (montaña sin caminos),
son tristeza (inútil sed sin agua).

Cuando los largos caminos sean cansados por mi joroba,
será la jornada de los triunfos, aunque no
pueda vivir más, pues hasta allí mi estupidez
llegará. Mientras, soy escaso,
un dolorido ser encerrado en cajas de madera mala
con hendijas de luz; un espiador de la realidad.

Hasta allá no llegan mis voces clamorosas,
desafiadoras de dios, de las cuestiones, y de las condiciones,
que cuestionan todo sin espejos, y sin juicios,
entretanto, con temor apenas, tiemblan mis bolsillos
cargados de los caramelos de tu voz.


Allá lejos



Estoy lejos de tu redondel;
mi campito, no te puedo tener.

Lo único que te pido, sabés que es?
que a la niña me la cuidés;

cuando ella llora mucho, sus lágrimas caen hasta sus pies,
y más con nubes grises y lluvia, la hacen entristecer.

Ni ella ni vos, mi pago, en este calabozo están,
No me las dejan traer y son lo único que tengo acá.

Mi niña hermosa añoro tu delantal,
y en tus ojitos el lucero de mi tierra libre brillar.

Voy a esperar durmiendo en la tierra,
y con los frutos maduros despertar.

Quisiera verte un día,
un rato nada más,
puede ser cualquier día!


Paseando el verso



He salido a pasear en mi verso
polimorfo, alado, inmune de tanta
belleza, velloso de tanto vello,
y pelado de mezquindad, pero me dejó,
a pata,
y seco...
y entonces, caminé con talones llagados
para que el mundo de asfalto
doliera, en mis plantas
con el odio de escribir con ese oscuro humor
chorreante por las calles:
metáforas ajenas de versos amarretes;
y vi pocas cosas, porque la multitud
de datos etéreos no razonan,
y abundan en vueltas de humo;
y el cuerpo me dolía de caminar o de beber el aire
de bebedores sin sed
y llenos de asco de beber...
y no les pude pedir prestada ninguna venda.




La sangre derramada



las gilettes amantes de tus venas
mangueras de colores serenas
infectadas de amor sinceras
vuelan pican retorciéndose lapiceras
gritan las poesías peronistas molestan
hay dolores injustos banderas
unos pobres sus hambres esperan
hundidos como unas tapitas de cervezas
en las tierras


A la lejana


Cuento tu piel con mis pasos,
y tus dedos me nombran
lejanos recuerdos tocan
en amplios desiertos son charcos,
allí bebo mi alimento mi sopa
como una planta, como un carro
pobre, ando sin ropas, sin cosas.
Y sólo con las dichas me embarro
me tapo, hasta la última fosa.
Sobre mí crece el pasto
y en el aire escaso
tu voz ríe y ríe como pianos,
y sopla latidos sobre mi losa.



el misterio



la esfinge al pie del monte
lee la esfera y mientras
dura ese segundo de lectura
tu piensas en el anillo
piensas en ella y su danza
el largo abrazo en la noche de la despedida
la esfinge va a hablarte



amor teatral




la función ha comenzado / al fin
por ti amor teatral  / puedo fingir
que soy feliz / y reír reír reír /
y actuar que muero de la risa /
ten en cuenta / que este protagonista
solo sabe ser otro / mentir
porque mi cara / en la verdad / es negra
siniestra / una guerra despareja
cruel / mi cuerpo tiene tentáculos varios
y lo cruzan oscuros nervios
y llevo atuendos que no son míos
cumplo lo que pide la didascalia y el guión
el olor del maquillaje me embriaga
el monólogo del loco empuja para salir escupido al proscenio
repito mis líneas y le cierro mis ojos al silencio
mundial de la sala
me duele la cara
sangro por todos los poros
se tuerce mi rostro de dolor
y la careta del loco que ríe ni se entera
aplausos de júbilo
explosivos aullidos
yo me muero ahí nomás / no llego a mi camerino

¿estás en tu butaca?
¿qué te ha parecido mi actuación?

* ésta es la primera función la suerte del debut nos sonríe y mi acto fue lo mejorcito del programa ya que al fin luego de un fogonazo he muerto entre el humo y la luz el público de pie ruge hambriento pide bises 





En el inodoro



a veces
cuando estoy en el inodoro
pienso cómo podría haber sido
la vida de mi madre
si yo no hubiera nacido
hubiera sido cantante
o gerente de banco
no sé
o cocotte en un club de montmartre
o cocinera en un macdonalds del bronx
no sé
quizás la madre un futbolista
teñida aburrida divorciada
no sé
libre
no sé
la vida no se extiende más atrás del inodoro me digo
el futuro no es hijo del pasado
lo engendra el presente
no sé
un vez que tiro la cadena
y mis deshechos se van
me olvido
eso es el presente
y el futuro
y el pasado
fin
he
concluido
me he limpiado


¿Dónde aprendiste a chuparla así?



La pregunta pregunta preguntando por la pregunta que pregunta
primordialmente
¿¿En qué lugar del universo
hizo tu gesto
tu mejilla de globo
el masaje bucal
de boca con labios
carne picada de lengua de carne
resbalosa
que aprende
que sabe
que atiende
que enseña
que se mueve
la lengua enroscada
sobre el palo
sobre los matices
de la rigidez
y la saliva mucha
líquida y
multitudinaria
amable
líquida
fragante
en el pasado
incierto
más allá de tu culo
más allá de los ojos
los nacimientos
los edenes
los cielos


Cierta vez (canción)



Cierta vez, mi solitaria canción de perro
fue perturbada por tus vestidos blancos y sus inquietos vuelos,
y con mi poesía lloré triste entristecido, por mis tripas mugriento,
y sucio como los trapos, que de las muñecas son relleno...

y aquella fue la ocasión de mi primer fallecimiento.

Era un lujoso sortilegio, el sabor de tus carnosos besos,
el que enhebraba suspiros y el que descontó mi renacimiento...
y así un día, volví de un infierno,
y tomé por sordos caminos, andando fulero y deshecho
               
como un peregrino, sin oración y sin templo.

Mis heridas, llagas puras, y espantoso dolores secos,
hablaban a los aires, con carne y sangre de perro,
pero tú, mi virgen de filosos ojos fijos, que imploras con celo
desconocido, no ves mi rostro beber de los charcos enfermos

cuando supuré con fervor al cielo mis cansados rezos.

Hasta siete veces tu palabra fue para mí, remedio de padrenuestro,
pero mi sombra es pecado sin campanas, son apenas cencerros
como reminiscencias, o cosas prestadas en bolsillos ajenos.
Nada es mío, ni mi pago, ni tus regalos, ni mis besos

que son clamores para tus ojos y tus lacios cabellos.

Alguna segura vez iré al rincón de los malhechores, a su cielo
de perdiciones, lleno de temores terrenos,
allá mandinga no manda, como en ningún lado hay dios supremo,
sólo solitarias soledades de inútiles fallecimientos,

sólo hay puñales de hermanos verdugos, que pintan con nuestra sangre, en un silencio sereno.